Manu. Palabra sánscrita que designa al progenitor y al legislador de las evoluciones de Dios en la Tierra. El
Manu y su complemento divino son llamas gemelas ascendidas asignadas por el Dios Padre - Madre para patrocinar y personificar la imagen crística para una cierta evolución u onda de vida, que es conocida como raza raíz, esto es, almas que encarnan como grupo y que tienen un patrón arquetípico, un plan divino y una misión únicos que cumplir en la tierra. Según la tradición esotérica, existen siete grupos principales de almas, es decir, de la primera a la séptima raza raíz. Las primeras tres razas raíz vivieron con pureza e inocencia sobre la tierra en tres eras doradas antes de la Caída de Adán y Eva. Mediante la obediencia a la ley kósmica y la total identificación con el Yo Real, estas razas raíz alcanzaron su libertad inmortal y ascendieron. Durante la época en que vivió la cuarta raza raíz, en el continente de Lemuria, fue cuando tuvo lugar la alegórica Caída, por influencia de los ángeles caídos conocidos como Serpientes (porque utilizaban las energías serpentinas de la columna para desviar al alma, o principio femenino en la humanidad, como medio para lograr su objetivo de disminuir el potencial masculino y por ende emascular a los Hijos de Dios). La cuarta, quinta y sexta razas raíz (este último grupo de almas no ha descendido completamente a encarnaciones físicas) permanecen en encarnaciones en la tierra hasta hoy. La séptima raza raíz está destinada a encarnar en el continente sudamericano en la era de Acuario bajo la égida de sus Manus, el Gran Director Divino y su complemento divino. El Dios y la Diosa Merú son los Manus de la sexta raza raíz, Vaivasvata Manu junto con su consorte es el Manu de la quinta raza raíz y el Señor Himalaya con su Amada es el Manu de la cuarta. Los Manus son padrinos que responden instantáneamente al llamado de sus ahijados con la presencia consoladora de su Luz, dotada de tal cantidad de Poder/Sabiduría/Amor, que hace estremecer los éteres y también que cada pequeñito se sienta como en Casa en los brazos de Dios hasta en el momento de más oscuridad.
Alquimia
Saint Germain.
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