miércoles, 20 de julio de 2016

"!CREAD"¡ Y LA NUBE I

“¡CREAD!” Y LA NUBE

Cuán profundamente han anhelado muchos hombres saber cómo generar cambios constructivos tanto en ellos mismos como en el mundo. Que se den cuenta, pues, de que provocar cambios es un acto creador. La alquimia es la ciencia creadora gracias a la cual al hombre le es posible obedecer el fiat original de Dios “¡Señoread la Tierra!”.
Este mandato era indicativo del plan del Padre para Su hijo, y los medios para llevarlo a cabo se van descubriendo a medida que uno aprende los antiguos secretos de esta ciencia sagrada. Al practicar estos principios alquímicos, el individuo es capaz de elevarse de la condición de títere de la voluntad de otros egos, de la voluntad de espíritus desobedientes, de las fantasías pasajeras del momento o de los dictados de los hermanos de la oscuridad, que inducen al joven adepto a practicar la magia negra y la brujería, halagando su ego, citando a menudo las Escrituras y diciéndole: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se hagan pan”.
Ahora estamos casi a punto de dar nuestros pasos iniciales en la generación de cambio: no un cambio que haga engranar al hombre a la escena contemporánea, donde todos sus esfuerzos son moldeados por factores ambientales, sino un cambio que lo acerque a su Imagen Real. Crearemos el medio gracias al cual el cambio se pueda generar por nuestra soberana voluntad, gracias al cual podamos señorear la Tierra. Porque es aquí en la Tierra donde estamos obligados a crear los deseos de nuestro corazón. Es aquí y ahora donde por cierto estamos obligados a convertirnos en co-creadores con Dios, para cumplir así con la pureza de Su propósito.
En tanto que reconozco que parece haber factores mecanicistas en la dirección científica que estoy por daros, estoy seguro de que habréis notado las muchas salvaguardas que he introducido en este curso para asegurarme de que nunca tengáis una opinión errónea; pues nadie debería asumir nunca que por un mero ritual científico o mecánico será capaz de realizar los más elevados tipos de manifestación alquímica.
¡De ninguna manera! Porque la alquimia más elevada, el mayor cambio, es el que transforma al hombre en un dios, aquel por el cual el hijo se convierte en uno con el Padre; y esto no se puede lograr nunca por medios mecánicos.
Paraos ahora delante de vuestro altar, honrando al Dios vivo y Su fiat. Pues Aquel que es Dios lo ha ordenado: “¡Señoread!”. Estáis funcionando correctamente, entonces, cuando hacéis al menos eso. Estáis a punto de crear; primero crearéis la nube a partir del enorme poder de Dios almacenado en cada punto del espacio, esperando ser invocado.
El poder de la visión es fundamental para nuestra invocación. Por lo tanto, crearemos en nuestra mente primero un resplandor blanco lechoso, y veremos este resplandor blanco lechoso como una acción electrónica vibratoria de luz vital, móvil, inefable. La concentración de la luz, que llamamos la densidad de la luz, es lo que da el color blanco lechoso. Si la nube fuera atenuada, podríamos ver a través de ella como si las escenas que nos rodean estuvieran envueltas en neblina.
Una vez habiendo creado en nuestra mente esta forma de una nube translúcida y brillante, le permitimos que rodee nuestro cuerpo físico y que ocupe nuestro cambo energético. Por un momento nos perdemos entre la nube, y luego parece como si hubiera estado ahí. Su atmósfera es familiar, cómoda.
Reconocemos que la mente tiene el poder de extender su círculo de influencia, pero no debemos tratar de alejarnos del árbol original del yo. Que esta nube brillante y resplandeciente tenga primero como tres metros de diámetro a nuestro alrededor. Más tarde, tal vez la extenderemos a un diámetro de treinta metros, luego a trescientos metros y más.
En nuestras primeras meditaciones nos concentraremos en intensificar la acción de la luz blanca en nuestra mente. De ahí transferiremos esa acción a la zona de tres metros alrededor de la forma física. Una vez que hayamos desarrollado la sensación de esta nube alrededor de nuestra forma física, entenderemos que, aun cuando la nube pueda hacerse visible a nuestra vista física, nuestra preocupación principal es hacer que su alta acción vibratoria sea puramente Espiritual.
Quienes entre vosotros estén familiarizados con la electrónica y con el funcionamiento de un reóstato, entenderán que con un simple viraje que se dé al dial de la conciencia podemos intensificar la acción vibratoria de la nube. En este caso, incorporamos más luz alrededor de cada punto central de luz; pues nuestra nube se compone de muchos puntos de luz cuyas auras se difunden y mezclan unas con otras, dando el efecto total de un resplandor blanco entrelazado pero altamente concentrado, una nube remolineante y pura de energía kósmica.

"!CREAD"¡ Y LA NUBE II

¿Qué es esta poderosa nube que hemos creado, este campo de energía vibrante, y, para empezar, por qué lo creamos?
En realidad aunque he empleado la palabra crear, sería más apropiado si tal vez utilizara la palabra magnetizar; porque en realidad estamos magnetizando lo que ya está presente por todos lados en el espacio. Estamos amplificando una intensa acción de la luz desde el interior de su propio cambo energético –más de lo que se manifestaría normalmente en un área dada. Con ellos estamos tomando del poder divino universal para producir esta nube que primero penetra y luego santifica nuestro campo energético inmediato, para poder tener un altar espiritual sobre el cual podamos proyectar las imágenes de la realidad que deseamos crear.
Tened presente que esta nube puede ser utilizada terapéuticamente para la salvación de las naciones y del alma de un planeta, o bien podéis utilizarla como plataforma para invocar, como hizo Cristo en el Monte de la Transfiguración, la presencia de los Maestros Ascendidos –de los amados Jesús, la Madre María, el Maestro Serapis Bey, de Luxor, el Maha Chohán, el Señor Maitreya, el Arcángel Miguel--, para que os asistan no sólo en vuestros experimentos alquímicos, sino también en vuestra ministración a la vida.
Allí donde todavía sois ignorantes de lo que deberíais producir exactamente para vosotros y para otros, podéis, de manera gentil y candorosa, pedir a Dios que produzca, a partir de la gran poza de energía lumínica, el milagro de Su Amor curativo, no sólo en vuestra vida, sino en la vida de las multitudes del mundo en gran escala.
Podéis pedir que el poder de Dios y del reino de los cielos se manifieste en la Tierra. Podéis pedir por que la edad de oro nazca, porque se terminen los pleitos y las luchas y todas las manifestaciones negativas y de odio. Podéis pedir que el Amor señoree el mundo. Si abrís vuestro corazón a las necesidades del mundo y al Amor de la Divina Madre que aspira a expresarse a través de vuestra conciencia elevada, fluirán a vuestra mente ideas sin límite para el servicio universal.
Pero aquí, una vez más, me apresuro a tocar una nota de advertencia, especialmente en beneficio de los que se han inclinado físicamente, o que tienen la tendencia, como dirían los hombres, a “lanzarse hasta el fondo”. ¡Cuidado! Estáis manejando poder creador sagrado. ¡Cuidado! Es mejor si pedís a los Maestros que interpongan sus ideas –sin que necesariamente las definan o las comuniquen a vuestra mente consciente—y no que os alejéis de los límites de la norma alquímica.
Los Maestros Ascendidos no son sólo cuerdos y están bien organizados, sino que también son píos y profundos a la enésima potencia. Es esencial, pues, que seáis como ellos. Sobre todo, no os dejéis arrastrar por el orgullo o por la exaltación del yo por encima de vuestros semejantes.
A medida que vais adquiriendo poder Espiritual a través de estos periodos de meditación sobre la nube –que al principio no deberían exceder de quince minutos al día—, tratad de entender que la nube creadora, una vez que se ha dispersado por vuestro fíat a la conclusión de la ceremonia creadora, seguirá expandiéndose, expandiéndose, expandiéndose por el Universo como un globo de fuego blanco traslúcido, arremolinándose en esferas siempre crecientes para entrar en contacto con todo lo que es real y realmente vuestro.
La nube, como manifestación del poder de vuestra energía creadora, el fuego de vuestro Espíritu, atraerá a vuestro mundo la conciencia de Dios mismo. Evocada desde los poros centrales del ser y expandiéndose bellamente como un altar de Dios, la nube santificará el espacio allí donde se expanda.
Cristo fue capaz de generar los milagros registrados en los Evangelios, y muchos más, porque antes había adquirido la maestría del uso correcto de la energía. A la energía sagrada del Espíritu la llamó “Padre”; y, en verdad, es el padre del Espíritu de toda manifestación.
El Padre es omniamoroso, omnisapiente, todopoderoso, y hará de vosotros todo lo que ÉL es. Pero apenas hemos empezado a tratar levemente el correcto uso de Su energía. Por ello aspiro a desarrollar en vuestra conciencia, con la lectura de este material, una actitud correcta que os permitirá actuar, bajo la guía de vuestra propia Presencia Divina y Yo Crístico, como co-creadores eficientes con Dios y la Hermandad de la Luz.
Necesitamos alquimistas del espíritu –hombres y mujeres que produzcan manifestaciones alquímicas físicas, mentales, emocionales y etéricas. Al amalgamarlas en un acto creador de vida abundante, dichos alquimistas al fin comprenderán el significado de las palabras del Maestro: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.
La alquimia no es un medio demoniaco de producir riquezas y honores. Es una ciencia Espiritual, omniamorosa, de transformar los metales básicos que constituyen la imagen sintética del hombre en el oro puro de la Imagen Real para que pueda realizar su dominio sabio sobre la Tierra.
A la larga, el Gran Alquimista enseñará al aprendiz la ciencia seráfica con la cual el hombre realizará aquella maravillosa transformación final de que habló Pablo; “He aquí, yo os muestro un misterio: todos ciertamente no dormiremos, pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir de ojos, a la última trompeta; porque será tocada la trompeta, y los nuestros serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados”.
Tened presente que sólo he tocado ligeramente el tema de esta gran energía creadora que está dentro de vosotros ya ahora.
En el nombre del Maestro de Maestros, en el nombre del Señor Cristo, quedo Su siervo y mediador vuestro por siempre, Saint Germain.