El Eterno Ahora es más importante que el pasado o que el futuro.
Es la entrada al futuro así como el vínculo de la memoria a todo lo que pasa por el corazón de las experiencias del hombre.
Amados míos, la Vida eterna es Sabiduría divina, pues gracias a la adquisición de múltiples fragmentos de Vida eterna (segmentados en periodos de existencia), el hombre ha almacenado en su propio provecho tesoros en el firmamento del Ser.
En concordancia con esto, los lineamientos de las universidades de los Maestros Ascendidos para la preparación de las almas en el sendero del discipulado personal se han establecido firmemente, con la base en la gran ley de la experiencia, el registro acumulado en el Gran Cuerpo Causal del universo. Estos lineamientos se toman no sólo de los sucesos de la vida de un individuo o de todos, sino también de la ganancia neta del conocimiento empírico (así como de la gnosis) derivada de las experi8encias de todos aquellos que han alcanzado el dominio de la llama trina en el continuo espacio/tiempo y ascendido a dimensiones más altas.
Uno de los más importantes aspectos de las universidades mundanas es que son el receptáculo de muchas acciones de la humanidad (los registros del flujo de la historia y de la evolución del pensamiento de la raza), y que gracias al profesorado y a las bibliotecas poseen el medio para comunicar este cúmulo de conocimiento codificado, de manera que puede pasar a formar parte de la riqueza mental de sus estudiantes y del movimiento de progreso del planeta.
Ahora bien, el universo entero es, de hecho y por configuración, un depósito de ley Kósmica; y lo más maravilloso de esta universidad Kósmica es que cualquiera que lo desee puede asistir a su almacén de conocimiento y absorberlos.
En los retiros de la Gran Hermandad Blanca, una de las primeras lecciones que imparten los Maestros a los recién ingresados, es sobre la falsa creencia de que todo se termina con la muerte, con el fin de corregir las nociones equivocadas resultantes de un error doctrinario común.
Si la muerte o la enfermedad fueran permanentes; si la discordia, el pecado y la felicidad humanos permanecieran como una mancha irremovible en el alma, la dueña del destino del hombre, y sus influencias no pudieran ser interrumpidas aquí o en otra vida; sí las oportunidades de la vida cesaran debido a la calamidad de una muerte súbita y prematura, que ya no se pudieran escribir más capítulos en el libro de la vida, entonces el individuo no podría asimilar nunca las maravillosas bendiciones que la Mente de Dios nos tiene reservadas a todos. Semejante cruel giro del destino no podría ser concebido por un Dios de Amor Cuyas mercedes van más allá de la tumba.
Con la reencarnación del alma, su regreso al plano de causa y efecto donde tiene cuentas que saldar, desequilibrios que resolver, más Poder, sabiduría y Amor que emitir desde su corazón para la bendición de muchas otras corrientes de vida, el Dios de la Misericordia amplía la oportunidad de tratar y tratar de nuevo, y de demostrar que la muerte y el sufrimiento, el pecado y la mancilla pueden disolverse en los fuegos sagrados del Espíritu Santo. Gracias a la elección correcta y a Su llama violeta benévola, con un conocimiento funcional de la alquimia de la Palabra hablada, las almas que vuelven a nacer pueden vivir para volver a amar y forjar y alcanzar su inmortalidad.
En sus clases los Maestros señalan, pues, que la primera gran contribución de Dios para el hombre es el don de la Vida como un continuo: la identidad que se preserva a través de la chispa divina, la llama trina de la Vida. Y la segunda, que es semejante, es el don del libre albedrío en el ejercicio del Poder, la Sabiduría y el Amor, al elegir a cada paso la Vida eterna.
Por desgracia, durante incontables generaciones las densidades y las opacidades del mundo de la forma, que cubren la mente humana como máscara de imperfección, han despojado a los hombres de su derecho a la Sabiduría y a la experiencia espirituales hasta la gloria del Día sin fin.
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