El desequilibrio –esto es, gigantismo en un aspecto de la llama trina, lo que hace que no esté en proporción con los otros – impide alcanzar metas cotidianas así como la meta de la maestría crística individual.
A medida que la llama de la iluminación, tangible, equilibrada, se expande desde vuestra conciencia, gradualmente va envolviendo vuestro ser hasta que Dios, en forma de sagrada Sabiduría, ocupa el trono en el altar de vuestro corazón. Pero con cada incremento de Sabiduría, las plumas del Poder y del Amor deben también aumentar gracias al fiat de vuestra devoción a la buena voluntad, pues si no el aumento de Sabiduría no perdurará. De modo similar, con cada aumento de Poder debe haber un aumento correspondiente de Sabiduría y Amor en perfecta complementariedad; de igual forma, el Amor sólo se actualiza con un aumento equivalente de Poder y de Sabiduría.
Si reconocéis que este equilibrio es la llave de oro de la cristeidad, comprenderéis que no podéis saber por vosotros mismos, ni traer a la manifestación, aquellos que antes no realizasteis dentro del reino de vuestra experiencia externa o interna con Dios. Esas experiencias se vuelven a la larga significativa, hermosa, cuando se entretejen al ritmo de la llama trina equilibrada.
Esto da cuenta de las diferencias que se expresan en el empleo de las facultades de la mente y del corazón de cada hombre.
Mientras que algunos se han negado las gracias del ciclo, otros, de los que se dice que son ignorantes y que no tienen preparación, no necesariamente se ven privados de las bendiciones de la sagrada Sabiduría; tampoco el hombre culto las recibe siempre “como un niño”. Porque la sagrada Sabiduría se imparte no sólo a través del estudio en el sentido externo, sino también a través de la Luz, los seres libres en Dios y los círculos de iniciados que viven y se mueven y respiran el aliento de fuego sagrado en las octavas superiores.
Maestros del Lejano Oriente, y aquellos procedentes de los antiguos templos de Lemuria y de América del Sur, frecuentan los retiros de la Gran Hermandad Blanca en los planos etéricos más elevados, recibiendo, según la Ley lo permite, a aquellos que ascienden la escalera en espiral de los grados para buscar y encontrar su morada en el Espíritu. No tener que esperar a haber abandonado la pantalla de la vida para obtener mayor Sabiduría, debiera ser fuente de gran felicidad para todos aquellos que lean estas palabras.
En realidad, es cierto que para aquellos que no logren alcanzar la meta de la ascensión al término de esta encarnación, sus encarnaciones subsiguientes, se verán enriquecidas por su actual diligencia en la aplicación de los preceptos aquí impartidos. Y os aseguro que para quienes no alcancen esta meta, cualquier cosa que se haga en el nombre de Dios es un logro para la eternidad.
Nada que sea divino es efímero, ni se le puede quitar a nadie.
Todas las bendiciones divinas son permanentes, y está es su calidad intrínseca maravillosa.
Con todo lo que adquieres, no dejéis que sea el mero desgaste de las horas. Cuando hay tantos que están esperando a las puertas del nacimiento, anhelando respirar el aire planetario (¡por contaminado que esté!) y mecerse a la luz del sol aquí, dejad que todos los que tengan esta oportunidad de corregir todo lo malo, de alcanzar la entrada al reino de la eternidad, de superar los errores, de entronizar a la Deidad correcta y de desafiar toda falsa opinión, acepten el cetro de su propio dominio de la sabiduría. Nadie puede obtener lo que no trate de obtener; nadie puede obtener si le falta fe. Todos los que así lo deseen pueden convocar las energías sagradas y glorificar a Dios en ese sentimiento de felicidad infinita que envuelve a los que aprecian el derrame del resplandor de la Luz hacia su llama trina de Poder, sabiduría y Amor equilibrados que perdurará por siempre.
Graciosamente, YO SOY
Saint Germain.
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