martes, 23 de febrero de 2016

D.1 La Cruz de Malta Símbolo del Poder Divinamente Controlado*

D. La Cruz de Malta Símbolo del Poder Divinamente Controlado

La cruz de Malta, símbolo del equilibrio perfecto de la llama de Dios, “así en la Tierra como en el Cielo”, proporciona una matriz de pensamiento y energía gracias a la cual los efectos dañinos del karma personal y planetario pueden controlarse, y en vez de ellos, liberar el Poder de la virtud, para que el uso que los hombres hacen del Poder deje de corromper la vida en la Tierra.
Se ha dicho que “el poder tiende a corromper y que el poder absoluto corrompe absolutamente”. El Poder se puede utilizar como el arco del Arquero Infinito para lanzar una flecha de perfección hacia el corazón de la meta de felicidad, que es la de todo hombre. Como la búsqueda de la felicidad es un tesoro reconocido, dejad que todo aquel que quiera permanentemente gozar de ella pondere en la cruz de Malta como un sencillo pensamiento-forma, gracias al cual, se pueden revelar grandes verdades para la bendición de todos.
Si contemplamos delante de nosotros la cruz de Malta colocada hacia arriba, vemos que los cuatro brazos simétricos que se extienden desde el centro tienen forma triangular, ancha en la parte de afuera, dando la apariencia de la acción de un abanico.
El brazo superior, o septentrional, que desciende hacia el centro, semeja la parte alta de un reloj de arena. En realidad, es un embudo a través del cual las grandes energías de Dios –el Poder de Dios—descienden hacia la copa (el cáliz) del ser. La amplia abertura nos recuerda las energías infinitas de la Fuente y la habilidad de Dios para comunicarlas al hombre. Por lo tanto sabemos que no necesitamos aceptar limitaciones de ninguna especie, ni al recibir ni al dar la Luz ilimitable del Kósmos.
El punto de caracterización en el centro de la cruz indica que debéis siempre, conscientemente, determinar, con el corazón y con la mente, teñir las energías que Dios os da de la pureza de la intención divina y de las virtudes de vuestra identidad crística. No es necesario que seáis débiles ni que os debiliten ondas de energía discordante –ni las vuestras ni las de los demás. Tampoco es necesario que seáis rudos en vuestro rechazo de los errores humanos; pues no es a la persona, sino a la energía impersonal, personalmente mal dirigida, a la que se debe desafiar.

Alquimia.

Saint Germain.

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